miércoles, 27 de diciembre de 2017

Diarios de Historia de España

¿Por qué no contar la Historia de España en primera persona? 
Si la premisa de #ABP42 para este curso es viajar en el tiempo y en el espacio como si estuviéramos acompañando al Doctor Who en la TARDIS,  es lógico que ahora vayamos a cualquier momento de España desde finales del siglo XIX hasta el día de hoy, en formato de Diario Personal
Sólo hay que cumplir un requisito: tener la edad de cada cual en la primera entrada de ese Diario y luego hacer otras dos. Parece una tarea fácil, pero elegir el momento de inicio, los restantes, contextualizarlos correctamente, meterse en el personaje (puede ser o no del mismo género), y escribir en primera persona es más duro de lo que parece. 
Como comentarios a esta entrada irán apareciendo los Diarios Personales de la #Gentede4º, navegando por la Historia de España. 
Aprenderemos, no cabe duda.

7 comentarios:

  1. PARTE ll.
    DIARIO 2.
    Hoy 18 de julio de 1936, tengo 22 años y vivo en mi casa con mi marido. Ahora mismo acabo de llegar a casa del trabajo y me encuentro sentada en el sofá deseando que llegue mi marido de la compra.
    Estoy asustada, porque hay mucho revuelo en la calle y he escuchado rumores de que se ha intentado dar un Golpe de Estado contra la República. Si estos rumores son ciertos, no sé qué pasará en España, si la gente se enfrentará o afrontarán la situación pacíficamente.
    Después de dos horas esperando, mi marido ha llegado muy preocupado por la situación que se está viviendo fuera. Dice que hay mucha gente en la calle y muchos militares atacando a personas que se revelan en contra del Golpe de Estado.
    No se me ocurre qué pasará con nosotros ni con mi familia, o si esto llevará a una guerra en España. Me asusta mucho la idea de que eso pueda pasar porque tendrá graves consecuencias tanto económicas como políticas en este país y nos veremos muy afectados ya que somos una familia humilde y no muy a favor de lo que se está produciendo en este día.
    Si es verdad que se va a dar un Golpe de Estado en España, no sé quién gobernaría a partir de ahora, o si nos dejarían elegir el presidente a nosotros mediante votación como estábamos haciendo hasta ahora.

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  2. PARTE l
    DIARIO 1.

    Hoy, día 14 de abril de 1931, es mi cumpleaños, cumplo 16 años, y vivo en Madrid con mis padres y mi hermana pequeña. Vivimos en un piso pequeño en el centro de Madrid en un barrio de gente humilde y muy buena.
    Por lo que he oído de camino a casa al preguntarle a un señor que había en la calle, se ha proclamado la República aquí, en Madrid, y no sé qué significará eso para nosotros, ni tampoco qué consecuencias tendrá ya que en historia no lo hemos estudiado todavía. Solo me he enterado de que eso significará el fin de la monarquía, es decir, que los reyes ya no gobernarán como lo estaban haciendo hasta ahora.
    Acabo de llegar a casa de la escuela de danza, hay muchísima gente en la calle, están subidos a todos lados con banderas que no son las de España, y no sé muy bien de qué son. He pasado mucho miedo porque no sabía qué estaba pasando, hasta que he llegado a mi casa y mi padre me lo ha explicado todo.
    Mi padre y yo hemos salido más tarde a la calle para unirnos con la gente que estaba celebrando la proclamación de la República y había un ambiente de felicidad y celebración muy bueno y muy divertido. Cuando nos unimos a ellos nos dieron rápidamente una bandera que ya se lo que significa, es la bandera establecida de la Segunda República de España. Sus colores son rojo, amarillo y morado y están por todos lados.
    Yo creo que es algo bueno lo que está pasando, porque así se evitará muchos problemas y será todo más justo. Además, hoy a la mayoría de las personas que había en la calle se le veía muy feliz, aunque había otras con cara preocupada o enfadada.

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  3. PARTE lll.
    DIARIO 3.
    Hoy día 5 de junio de 1946, escribo desde la cárcel de Madrid 10 años después.
    Hoy hace justo 6 años que entré junto a mi marido, y aquí los días se hacen eternos.
    Recuerdo este día hace 6 años, yo me encontraba con mi marido en la calle hablando sobre lo que estaba sucediendo.
    Pese al cuidado que tuvimos de que nadie supiera del lado del que estábamos por las consecuencias que podía tener, un hombre que se encontraba cerca nuestra, al escuchar nuestra conversación, y darse cuenta que estábamos en contra del bando Franquista, inmediatamente se lo contó a las autoridades.
    Un par de días después, mi marido y yo nos encontrábamos en casa cuando llamaron a la puerta fuertemente. Mi marido y yo en ese momento no sabíamos que hacer si abriles o intentar escondernos, pero pese a que los golpes en la puerta no cesaron y que los hombres que se encontraban al otro lado amenazaban con tirarla, salí yo a abrir la puerta.
    Inmediatamente después de abrir yo la puerta, lo hombres entraron en la casa con una gran agresividad y comenzaron a hacernos una serie de preguntas y a examinar la casa en busca de algo que indicara que estábamos en contra del bando franquista. Un rato después de que un militar entrara en nuestra habitación, salió con una pequeña bandera republicana que mi marido tenia bien guardada en la mesita de noche, pero de la que no se quería deshacer porque era un recuerdo suyo muy importante de cuando se proclamó la república.
    Cuando ese hombre salió de nuestra habitación con la bandera, inmediatamente los otros dos militares que le acompañaban nos esposaron a mi marido y a mí y nos llevaron presos.
    Desde aquel día nos encontramos en esta cárcel rodeado de más personas que se encuentran en la misma situación que nosotros. Algunas de esas personas son escritores, que por expresar su opinión mediante la literatura han tenido consecuencias como estas, aunque otros muchos escritores o poetas han sido exiliados por el mismo motivo.

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  7. Pablo Camadro de Pineda
    26/4/1937
    Hoy nos despertamos como un día normal, desayunamos y padre se fue a trabajar a la fábrica, yo me quedé en la cama sin ir a clase porque estaba enfermo y madre hizo las tareas de casa como costumbre. Después de comer, nos asustamos mucho cuando empezamos a oír explosiones y las sirenas de alerta del pueblo. Me dio la sensación de que aquella tarde dejaría de ser un chico de 15 años normal y corriente. Yo quise salir corriendo lejos de allí, pero madre dijo que esperásemos en el sótano a que llegase mi padre. Al rato las explosiones pararon mientras que las sirenas seguían sonando, y padre entró al sótano sudando con su pistola en una mano. Nos dispusimos a correr hacia uno de los refugios que habían sido construidos hace unos meses y cuando entramos padre dijo que nos quedásemos allí hasta que todo pasase; él se iba a ayudar a más gente y prometió que volvería, aunque me dio mala espina y no le creí del todo. Pasaron las horas y cesaron las alarmas sin que padre hubiese vuelto. Cuando salimos del refugio, la gente lloraba sin consuelo, estaba todo derruido y en llamas. Tras vagar sin rumbo durante un tiempo, finalmente encontré justo aquello que no quería encontrar, pese a que en el fondo me lo esperaba: el cadáver de mi padre agujereado. Del aturdimiento que me provocaba aquella situación ni siquiera me salían lágrimas. Cogí su pistola que tenía fuertemente agarrada y al quitarle el cargador vi que no quedaban balas; conociéndole, el muy estúpido se habría puesto a disparar a los aviones por ese estúpido sentimiento de madre patria que tan arraigado tenía. Al caer la noche, madre y yo nos fuimos con unos familiares que vivían en una granja cercana al pueblo que había permanecido intacta, y ella habló con esos familiares que yo apenas conocía sobre ir a Francia.

    22/3/1938
    Aunque aquel día que mi vida cambió mis tíos y mi madre habían decidido irnos a Francia, mientras íbamos hacia la frontera a mis tíos les salió la vena patriótica, aquella que seguramente le costó la vida a mi padre, y dijeron que no abandonarían su país, tierra de sus antepasados y que albergaba tantos recuerdos y sentimientos. Como la furgoneta era suya, mi madre y yo no tuvimos elección: era o ir con ellos o morir. Desde entonces odié a mis abuelos sin siquiera haberlos conocido, ya que estaba seguro que habían sido ellos quienes les habían inculcado esos estúpidos valores a mis tíos y mi padre. Hace unos días nos estábamos dirigiendo hacia Barcelona, pero cambiamos el rumbo al enterarnos de que la habían bombardeado hace pocos días. Llevamos desde entonces viajando de pueblo en pueblo, huyendo de la maldita guerra, y mis tíos no paran de discutir para decidir a donde podemos ir. Empiezo a cansarme de ellos, de pasar hambre y frío; empiezo a cansarme de seguir vivo.






    4/2/1939
    Escribo estas líneas que estoy prácticamente seguro de que serán las últimas de mi vida. Tras meses de nomadismo por Cataluña, finalmente decidimos instalarnos en Gerona, en la casa de unos viejos amigos de la familia. Apenas llevábamos unos cuantos meses aquí cuando nos enteramos de que los p*tos nacionales estaban avanzando inexorablemente hacia aquí. Pese a saberlo, la tozudez de mis tíos y la furgoneta destrozada impidieron que nos fuéramos de la que será nuestra tumba. Por muy sereno que parezca, estoy tan asustado como el resto de gente en este oscuro y siniestro sótano. Llevamos todo el día oyendo disparos y gritos, y la ínfima esperanza de sobrevivir se esfumó cuando hace unos minutos escuchamos soldados saquear nuestra casa. Mis tíos se intentaron suicidar hace un rato entre llantos de niños y otros familiares, como mi madre. Los necios son valientes para enterrarnos anticipadamente en nuestra tumba pero se luego se acobardan al ser incapaces de matarse a ellos mismos. Bueno, ya solo espero que alguien de buen corazón encuentre este diario y sepa qué hacer con él, yo ya no tengo más que decir, mi vida se consume en este eterno momento en el que los militares abren la puerta y…

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